Sin duda alguna, la dieta mediterránea es supremamente famosa en todo el mundo. Esto se debe a que es muy saludable y que, además, ayuda a mejorar la salud de quien la consume. Si quieres llevarla a cabo, de seguro querrás algunos consejos porque cambiar de hábitos resulta ser algo supremamente complejo.
En el siguiente texto te diremos algunos consejos para que comiences por el camino de la dieta mediterránea sin que debas sufrir un golpe tan repentino. Esperamos que te sirvan y que puedas dar el salto a una vida más saludable, con muchos sabores y con toda la nutrición que siempre has querido.
Alimentos frescos
La dieta mediterránea se basa en el consumo de alimentos frescos y de temporada. Es decir, que deberías comprar aquellas verduras y frutas de cada estación. De esta manera, podrás aprovechar todo su valor nutricional ¡y ahorrarás dinero! Si escoges, además, alimentos de proximidad, te aseguras de comprar la mejor calidad al mejor precio.
Agua a todas horas
La bebida preferida debe ser siempre el agua: sacia la sed y no aporta calorías vacías al organismo. Se aconseja moderar al extremo el consumo de bebidas azucaradas, como refrescos y zumos industriales.
Menos carnes rojas
Para hacer una dieta mediterránea es importante disminuir el consumo de carnes rojas, optando en cambio por ingerir más carnes blancas como el pollo y el pescado. Recordemos que hace algunos años la Organización Mundial de la Salud alertó sobre las posibles problemáticas derivadas de un consumo excesivo de carnes procesadas y rojas.
Consumo habitual de lácteos
Los quesos y los yogures forman parte de las comidas diarias en la dieta mediterránea. Esto se debe a que son ricos en vitaminas, minerales como el calcio o el fósforo, y proteínas de alto valor biológico. ¿Una idea? Puedes combinar un trozo de queso con frutas o incluso, un yogur con trozos de fruta dentro. ¿Y si mezclas trocitos de queso feta con ensalada?
Huevos, cuatro veces por semana
A diferencia de lo que puedas creer, los huevos son saludables. Años y estudios han pasado desde ese momento en que se creía que el huevo era nocivo para la salud. Hoy en día, sabemos que el huevo es fuente de proteínas de calidad, vitaminas y grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas.
El problema con el huevo es la creencia de que aumenta el colesterol, sin embargo, esto no es así. Al menos no completamente: el exceso de consumo de huevo, junto con otros factores como el sedentarismo y el estrés, podría llegar a disparar los valores de colesterol. Por supuesto, siempre es mejor comerlo cocido o hervido a frito.
El pescado es esencial
Disminuye el consumo de carnes rojas y céntrate en aumentar tu consumo de pescados. Deberías comer pescado blanco y azul al menos dos veces por semana. Las opciones son múltiples: al horno, a la plancha, frito, salteado… Su aporte de ácidos grasos Omega-3 te ayudará a mantener la salud vascular, al reducir el colesterol y los triglicéridos en sangre.
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